Abraham Arreola

Seguimos en estos caminos de la vida. Pensando en distintas formas de pensar mal,  para  poder acertar lo más que se pueda. Nos devisamos al rato, con la imagen del día.

Debo. … Iré a pagar. FIN Abraham Arreola

Imposible es. Encontrar el final perfecto para un verso tan breve, tan corto. ¿Imposible es? El broche de oro con el que la mente reflexiona y exclama asombrada en un suspiro. Increíble. FIN Abraham Arreola

Código: j! Tengo ganas de contarte, por como te leo, todo lo que he visto... pero no puedo, pues apenas y comprendes todo lo que tienes... al igual que yo. Abraham Arreola FIN

¡No me digas! Sí, mañana es domingo. Aunque ya no son como esos domingos, de pereza, de siesta en la tarde y de televisión por pocas horas. Domingos de charlas nocturnas y de juegos inventados. Será que la ciudad absorbió el barrio o será que ya no tengo la misma edad de esos tiempos. Mañana será otro domingo más y en el se van mis añoranzas, recuerdos del fútbol con latas como porterias y carreras de bicicletas. Aunque sea, aunque sea hoy y no ayer, quisiera tener una pizca de esos domingos. Jugar bajo la lluvia sin temor al que dirán, si acaso con miedo a saber si me regañarán. Quiero que mañana no sea otro día más. FIN Abraham Arreola

Seca su frente, mientras mira la siembra, la cosecha es veloz. Sonríe por un momento, serán más que kilos, toneladas quizá. Emocionado va y cosecha. Pero. El granero es enemigo. Grandes viajes lleva el sembrador, pero no sirve para saciar aquel granero. Su puerta, como boca, ríe tragando todo lo que recoge el campesino. El campo está vacío nuevamente, el granero aún no se llena. Es más, ni siquiera va a la mitad. El sembrador ha olvidado que también en siembra se come. Ahora, en el nuevo temporal, el sembrador tiene más semillas, más terreno. Aunque sabe que es muy probable, que aquel granero no se llene jamás. Pues es más fácil que este vacío su interior a que el hombre deje de comer. FIN Abraham Arreola

FIN Abraham Arreola

Quizá podrían llover reclamos. Nada es como antes. Las ganas de seguir la carretera en un veloz auto se frustran al ver que el asfalto se agotó. El conductor posiblemente mirará el negro camino llegar a fin y regresar ignorando que aquel que construye el camino está frente de él, cansado, tirado. El observador de cada día verá que ya es el fin de una materia que fue útil para caminar, pero por un tiempo nada más. El constructor, agarrando sus herramientas, filosas de tanto raspar contra las piedras, se marchará. Más no se marchitará, como muchos piensan. Le vieron forma de rosa, esperan que se deshoje. Las miradas malvadas de sus amigos esperan que sus caminos sean destrozados con el tiempo, la lluvia, el viento, el pisar pesado de elefantes e hipopótamos. Pero es tan sólo un constructor de rosas y caminos. ¿A dónde vas? Le preguntó un hombre mientras escupía el suelo donde pisaba. A construir caminos de rosas en flor, respondió el constructor. FIN Abraham Arreola

En carrera contra la inspiración, adeudo más de mil docenas de cuentos o textos breves, mismos que aún están por aquí en mi mente. Mientras avanzan los días, avanzan las cifras, es necesario apurar el paso. ¡Nos ganan! Tienen la ventaja. ¿Por cuánto tiempo seguirá así? Estábamos a mano, lo recuerdo, pagué como era debido el día a día con el sudor de mis ojos. Fue confianza quizá la que nos hizo perder tiempo. Pues cuanto más siento que voy deprisa, me doy cuenta que en realidad no avanzo mucho. Que me falta mucho camino por recorrer para alcanzar la deuda y dejar incluso con palabras de más. Y eso que según fui guardando pulgas y tiliches del camino para apretujarlas y volverlas letras. En mis bolsillos sólo hay pelusas. Letras no.   FIN Abraham Arreola

Código: j! Para que pelear con un hombre si puedo amar con una mujer. Abraham Arreola FIN

Ayer me sentía muy triste, no sé cómo esté hoy. He cambiado por tenerte, por ser el mejor hombre, y ni siquiera miras de reojo. Me estoy cansando de tener esperanzas de amarte. Es lo que, segun el dicho, muere al final. Y ya agoniza. Me da rabia verlos, a esos, que pretenden ser yo, amar y sonreír. Quizá sus damas no sepan que frente a mi sus héroes no son más que giñapos húmedos envueltos en polvo fino. Pero eso no quita que yo esté solo. Vaya fortuna para el que quiso seguir su carácter. Estoy en depresión. No sonreiré al llegar a casa. No tengo ganas de salir y jugar pelota con los vecinos. De hablar sobre la vida, los autos y las cervezas. De un día para otro no te puedo olvidar. Eso debo enterlo bien. Tus esporádicas sonrisas hacia mi, aún me sostienen y me atan a mi infacia de tiempo atrás. Pero olvido, es mi virtud y defecto de nacimiento. Texto adolescente de este hombre enamorado, que, queriendo ser caballero se enamoró de una Dulcinea real, pero que no le

Lo que sigue es lo más interesante. Que depara… La mejor forma de expresar que la mente está en blanco es: FIN Abraham Arreola

 FIN Abra ham Arreola

¿Cómo empezar lo que ya pasó? Ni idea de cómo seguir adelante. Me gustaría poder argumentar sobre la magia de crear historias. La inspiración o el trabajo constante. Las dos… ¿no? Recuerdo que hacía apenas medio año, cuatro personas con alma de niño fueron reclutadas para crear el proyecto más ambicioso del mundo. Las cuatro personas exprimían su mente al máximo para sacar la mejor historia jamás contada en estos territorios. Sólo uno de ellos cuatro tenía una experiencia similar, los otros tres estaban encantados. Mentiras resultaron ser tales sucesos. Ahora como hormigas en jabón caminan sin sentido, buscando aquella mínima experiencia de crear, pues el panorama que se les había pintando prometedor, resultó ser ficticio. Qué queda por contar si no más que esto. Tremenda historia resumida en cuatro patadas. FIN Abraham Arreola

FIN Abraham Arreola

Qué pasará cuando no tenga nada que escribir. La barba me crece más rápido y mi estómago pide más alimento. Humano de refacciones, voy al mecánico o doctor, me da los insumos. Pero no juego pelota ya, estoy entrando al mundo amargo. Donde los gastos se pagan y los deseos se privan. Adultos. Se quejan para recibir amor, se enojan para sentir que su vida tiene propósito, no cumplen con su trabajo pues anhelan regresar a la etapa escolar. Sus sonrisas marcadas por la cerveza me resulta podrida. Me aterran sus muecas. También fueron niños, pienso. También tuvieron deseos. Qué pasó con ellos. Con sus ilusiones, con su magia, con su vida. Qué estúpida vida tenemos, pagas para vivir. Necesitas una tarjeta que te avale como humano, necesitas de una pareja para encajar entre las demás personas. No hay amor, sólo soledad conjunta. Adultos. La enfermedad de los que cumplen la mayoría de edad. FIN Abraham Arreola