Sólo enseñame a besar.
El temor de cualquier joven ha sido siempre, al llegar su primer noviazgo, el beso.
Y es que la indiscreción de las mujeres en cuanto a esto, sobre todo en etapas como la secundaria suelen ser mortales para los amigos que escuchan y que gradualmente tienen la oportunidad de ver unos bellos ojos cerrados dispuestos a sentir el beso del amor verdadero... de adolescente, claro está.
Este miedo acrecenta si aquel joven, no pudo hacerlo en su tiempo y ahora, trabajando en una plaza pública se encuentra al frente de las ventas de un establecimiento y también de una bella chica de ojos solitarios. No es que ella tenga ojos gigantes, pero su mirada transmite tal sentimiento.
Y ahora, nuestro amigo de 20 años siente que tan sólo darle un hola, es algo más arriesgado que tomar ácido radioactivo.
De cualquier manera, su duda, la duda de cualquier enamorado es siempre muy en alto.
Más allá de que piense si podrá saludarla mañana... que es la constancia, el esfuerzo y la caballerosidad, se pregunta...
¿Qué haré cuando ella quiera darme un beso?
Sin importar si ella esté de acuerdo, o si es heterosexual. No importa.
Este punto es clave, si el hombre no aprende que un beso depende tanto del hombre como de la mujer, creerá siempre que es cuestión del hombre tomar la iniciativa. Las consecuencias de esto son terribles, pues no todas las mujeres son traviesas a primera vista, hay unas un tanto tímidas y otras un tanto extrovertidas. La respuesta a ello, como todo sabio del placer sería: déjate llevar.
¿Pero cómo? Si piensa que el beso depende sólo de él y está siendo juzgado por la chica y sus amigas y su familia y un jurado que levantara un cartel con un número asignándole una califación y un voto...
No hay entrenamiento para dar besos.
Aunque en algunos casos las amigas fueron nuestras primeras maestras y nosotros de ellas.
Sólo queda esperar que cuando ella salga de su trabajo, y tú desde el tuyo, vayas y le preguntes algo...
Y comiencen a conocerse.
Lo demás... lo demás es otro asunto que llegará solo.
FIN
Abraham Arreola
Y es que la indiscreción de las mujeres en cuanto a esto, sobre todo en etapas como la secundaria suelen ser mortales para los amigos que escuchan y que gradualmente tienen la oportunidad de ver unos bellos ojos cerrados dispuestos a sentir el beso del amor verdadero... de adolescente, claro está.
Este miedo acrecenta si aquel joven, no pudo hacerlo en su tiempo y ahora, trabajando en una plaza pública se encuentra al frente de las ventas de un establecimiento y también de una bella chica de ojos solitarios. No es que ella tenga ojos gigantes, pero su mirada transmite tal sentimiento.
Y ahora, nuestro amigo de 20 años siente que tan sólo darle un hola, es algo más arriesgado que tomar ácido radioactivo.
De cualquier manera, su duda, la duda de cualquier enamorado es siempre muy en alto.
Más allá de que piense si podrá saludarla mañana... que es la constancia, el esfuerzo y la caballerosidad, se pregunta...
¿Qué haré cuando ella quiera darme un beso?
Sin importar si ella esté de acuerdo, o si es heterosexual. No importa.
Este punto es clave, si el hombre no aprende que un beso depende tanto del hombre como de la mujer, creerá siempre que es cuestión del hombre tomar la iniciativa. Las consecuencias de esto son terribles, pues no todas las mujeres son traviesas a primera vista, hay unas un tanto tímidas y otras un tanto extrovertidas. La respuesta a ello, como todo sabio del placer sería: déjate llevar.
¿Pero cómo? Si piensa que el beso depende sólo de él y está siendo juzgado por la chica y sus amigas y su familia y un jurado que levantara un cartel con un número asignándole una califación y un voto...
No hay entrenamiento para dar besos.
Aunque en algunos casos las amigas fueron nuestras primeras maestras y nosotros de ellas.
Sólo queda esperar que cuando ella salga de su trabajo, y tú desde el tuyo, vayas y le preguntes algo...
Y comiencen a conocerse.
Lo demás... lo demás es otro asunto que llegará solo.
FIN
Abraham Arreola
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