Cuentos de Primaria - La lechera y el jarro de leche.


Una lechera caminaba por su sendero del bosque. Llevaba un gran cántaro de leche sobre la cabeza.

La muchacha era joven y alegre, y llevaba una amplia falda que le permitía andar con comodidad. Además, se había puesto unas sandalias planas, con las que caminaba cómodamente por el sendero lleno de piedras.

Y, dirigiéndose hacía donde pensaba vender la leche, la muchacha iba pensando así:

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Aunque la astuta zorra consiga llevarme algunos, me quedaran muchos que podré cuidar con facilidad en casa, pues se comerán las sobras de las comidas. Ya me imagino cómo acudirán a mí cuando les llame.

Cuando sean un poco mayores los llevaré al mercado y los cambiaré por un cerdo joven. Como estos aniumales no necesitan muchos cuidados, en muy poco tiempo lograré que engorde, y ya se sabe que se paga mucho por un cerdo gordo y bien cebado.

Lo llevare al mercado, y con el dinero que me den por él, podré comprar una vaca y un ternero. Los pondré en el establo y les cuidaré muy bien. La cava me dará mucha leche y el ternerito ira creciendo con el tiempo.

Tengo ganas de ver corretear el ternero entre las ovejas del ganado...>>

Pero he aquí que la joven lechera, olvidándose de que llevaba un cántaro en la cabeza, e imaginando las correrías del ternerito, se puso ella también a saltar por el camino, de manera que el cántaro cayó al suelo y se quebró, desparramándose toda la leche por el camino.

La chica quedó consternada ante esta desgracia, y con la cabeza baja, dio media vuelta y emprendió el regreso hacia su casa.

¡Adiós, huevos! ¡Adiós, pollitos! ¡Adiós, cerdo! ¡Adiós, ternertio! Todas estas cosas habían estado en su imaginación, y por distraerse demasiado había perdido lo único que tenía en realidad: la leche.

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