In the mood


Lo he escrito ya antes, pero qué mejor fecha para publicarlo que hoy.

Vaya domingo 7.

Y dice así:

Sucede, como es lógico. Pero no como deseaba que fuera a suceder.

A fin de cuentas siempre he tenido buen humor, a pesar de que tan mal se puedan poner las cosas. O al menos las cosas malas que me han tocado vivir.

Es esa reacción en mis hombros de encogerlos para librarme de las consecuencias de la travesura de un niño al que no eduque. "No fui yo" les digo.

No es tanto la travesura, o el desliz, es más allá de eso. Es culpa del que rompió el jarrón chino, es culpa de los que no me hicieron caso. Por eso me miran esperando un reclamo de mi parte, exigiendo que me veneren por haber acertado.

Poca importancia tiene el hecho ya. El jarrón chino está roto.

Cuando recién recibió el jarrón chino en sus manos, supe que no era un solado sino un niño disfrazado. Fui el primero que clamó por seriedad y a cambio recibí un juego de niños.

Mi sonrisa es la única entre toda la multitud que mira estúpidamente los trozos de lo fue un hermoso jarrón, que pudo formar parte de la más hermosa exposición de arte.

Tomando los trozos con delicadeza los tiro a la basura. Y al mismo tiempo aparto al niño, que quiere componerlos, que mientras se desespera y busca unir los fragmentos se ve su rostro infantil, asustado y creyendo que con lágrimas y canciones en forma de lamentos el jarrón recuperará su forma.

Después de todo, no fue el hecho, como ya les había dicho.

Es sólo que simplemente… el buen humor es el único recurso que me queda al fracasar en mis intentos de tener un buen augurio y confiar ciegamente.

Cuando todo marcha mal, mi felicidad es evidente. Pues con una sonrisa les hago saber… que sí.

Que efectivamente.

Ya lo sabía.



FIN
Abraham Arreola

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