A tu recuerdo.

Apenas me levanto, me despierto. Y ya te extraño.
Me pregunto dónde estarás, ¿qué estarás haciendo en este momento?

¿Con quién andarás?

En la calle, nunca me falta ver la que se parezca a ti. Es más, casi podría asegurar que todas se parecen a ti. Pero eso, sólo es una visión, que me atormenta al mirar que ni a mi derecha ni a mi izquierda estás tú.

Tú, eres la causa por la que yo comencé a cambiar. Fuiste la razón por la que me atreví a burlar la noche, a hacerla pedazos con mis risas.

Ahora que no estás, suelo preguntarme lo que pudo ser y ya no es.

Es ahora cuando más te quisiera tener. Pues hasta hace unos días no había notado la increíble falta que me haces.

Pero, ¿quién fue ese canalla, ese chico de cara atractiva y popularidad rebosante, que se atrevió a apartarte de mi lado?

Mi locura llega al límite cuando suelo pensar en que ya mucho tiempo atrás tu has estado pensando en otro hombre, un hombre más alto que yo, con un rostro más elegante que yo y rodeado de miles de amigos. Que ese chico de apariencia casi similar a la mia, pero en una versión más libertina, llamó tu atención para aceptar irte con él sin protesta alguna.

No recuerdo tu sonrisa, y quizá no pueda hacerlo porque... es problable que nunca sonreíste junto a mi. Pero dudo mucho que con él sí lo hagas.

Claro, siempre habías estado en una casa de las lejanías. Fui yo quién te acerco a la ciudad, pero aquel tipo pareciera que su vida es la noche, que su amante es la luna y que las carreteras son su hogar.

Contra ellos poco puedo competir, más que sólo para defender lo que es mio por derecho. Aunque ya no quedan pistas; él y tú se han esfumado de mi vista, de mi vida.

¿Porqué te apartaron de mi lado?

La última vez que vi, te dejé en el parque. Sin protestar te quedaste serena esperando mi regreso, pero tal cosa nunca sucedió.

Por más que traté de cuidarte, por más que intente mantenerte cerca de mí, por más discreto que fuí, por más cadenas que te puse para mantenerte siempre a mi control...

Ya no estas aquí.

No quiero, pero debo olvidarme de ti.

Para entonces seguir mi vida a pie.

O comprarme otra bicicleta.



FIN
Abraham Arreola

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jaladón, ahora si que se la...

Cuentos de Primaria - La lechera y el jarro de leche.