Ejercicio - 70


lumíquido - violeta



Ya sé.

Termina la jornada, vuelvo a caminar en aquellas aceras muertas.

Esperando el autobús, siento mi espalda en los anuncios. Sentar, ¿centar?

Sienes… cienes.

 Me duele. Pero resisto.

Luces engañan pero llega la verdad a mi estación. El autobús mitológico me saluda y extiende sus puertas a mis pasos.

Saludo con la seña de seis cincuenta.

Abuso de la plomería, el pasillo esta mojado de miradas indiscretas pero las ventanas están dormidas.

Como ave, me poso. Como todo aquel que va ahí, me relajo, me extiendo.

Y duermo.

El número de canciones es mi métrica del tiempo.
Y sueño.

Sueño que viajo en autobús.

Pero despierto.

Aún no llego.

Estoy cerca… que son cinco minutos más.

El último gran cruce, entre avenidas principales me sirve de alarma.

Mis ojos se abren y bajo.

Bajo al suelo.

Si escucho mi música, tengo el reproductor, si me es incómodo caminar también traigo el celular… si mi mano derecha está flexionada hacia arriba agarrando algo pesado: traigo mochila.

Dormitando asciendo a mi hogar.

Haciendo buches de aire.

Naciendo en cada callejuela oscura.

Y llego.

Y entro.

Y cierro.

La puerta me asegura.

Para reposar, para comer, para dormir. Para descansar.

Pero no para soñar.

FIN

Abraham Arreola

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jaladón, ahora si que se la...

Cuentos de Primaria - La lechera y el jarro de leche.