Ejercicio - 64


Isóseles



En el último aliento exhaló su petición.

Y su alma se elevó dejando en su féretro, el cuerpo inerte.

Dicen que era católico. Otros que era ateo.

Sólo Dios lo sabe.

El pastor que alguna vez fue su amigo, decidió aprovecharse de su amistad y mostrar su rostro convenenciero. Con veneno.

El sacerdote de su comunidad no sabe que él ha muerto. Pero sabe que su iglesia no recibirá más apoyo metálico... era un herrero y un banquero. Vaya combinación.

Su primer hijo, hombre arrugado pero firme. Sostiene la inerte mano, sin soltar una lágrima acomoda el cuerpo.

La religión se va a punta de patadas, no sirvió jamás de algo.

El hombre se va a Dios y nadie sabe a qué santo rezó.

Aquella alma goza del cielo que no tiene, de religión alguna, distinción.

La gente aún cree… eso es lo importante.

El mundo no necesita de opiniones teológicas sobre qué camino es el correcto, sobre qué experiencia es la más gratificante, sobre que dios es más poderoso.

Sólo necesita de una pizca de fe, libre de derechos de autor, de permisos restringidos, de país o color.

Aquella alma sigue viva aunque su cuerpo murió.

De la vida, todo lo que pudo, aprendió.

Y el sentido que el amor tiene… por fin entendió.

Aquella alma va a Dios…

Y sólo él podrá decirlos lo que después pasó.

FIN

Abraham Arreola

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