El Ave Felix - Vol. I

El Ave Felix I
De: Abraham Arreola


Una avesucha volaba lo más alto que podía aquella tarde de primavera.

De pronto, vió una linda paloma a más de cien metros de altura.

La pequeña ave, intrigada por tal belleza plumifera decidió volar más alto. Como pudo se acerco a la Blanca Paloma.

La Paloma al verlo creyó que era un semejante, por lo que con piruetas procedio a saludarlo; el pajarillo como pudo, levanto una alita en contestación. La Paloma lo interpreto como un insulto y acelero su aleteo. El pajarillo era malatratado por el viento a semejante altura, su alita izquierda se rompió y precipitadamente cayó al suelo.

En su caida vio la Paloma ponerse un gorrito de color negro, como los que usan los soldados anfibios.

Con una alita arrastrando, caminaba por un pequeño pantano. Esperando que en las alturas la Paloma lo viera y se compadeciera de él.

De aquel pantano una rana saltó a retarla:

"¡Pero que torpeza!, seguro no vives demasiado..." Exclamo la ranita mientras un Sapo enorme la resguardaba en la lejania pantanosa.

La avesita camino un poco más hasta perderse entre dos flores salvajes. Una de ellas le preguntó "porqué estás tan desganado, hijo, tu ala se recuperará en uno o dos días más".

El Sapo y la ranita se burlaban detras de aquellas paredes de petalos y tallos.

"No sé, no estoy bien, que sentido tiene volar si no tienes con quien..." dijo con su triste voz la avecita mientras con su ala derecha se sobaba su ala lastimada.

"Estás enamorado". Pronunció riendo la otra flor salvaje.

"Y de una Paloma", contestó la avecita resignada a vivir en el rechazo.

La primera flor salvaje se levanto y dejo entrar un rayito de sol naranja, propio del atardecer. Luego, mirando al exterior exclamo en voz alta: "Qué importa si es una Paloma o una Halcón, es un ave hembra y tu eres un macho: ¿me equivoco? Los colores del plumaje no deberían de importar si lo que importa es la especie: los dos son aves a fin de cuentas, demuestrale quién es el que a pesar de ser un ave del más bajo rango puede resistir vientos que sólo el Águila domina."

"No descanzes o te perderás para siempre en este pantano."

Los tallos robustos de aquellas flores se abrieron para dejar salir a la avecita que, manqueando, arrastraba su alita por aquel oscuro pantano.

El Sapo y la ranita se habian cansado y estaban molestando a una linda mariposa.

El avecita pasó de largo...

Pero regresó.

En su mente pasaban cientos de imágenes que él y la Paloma vivirían. Y soñaba con que ella viera su futuro acto de valor.

La ranita advirtio al Sapo de que la avecita lastimada se acercaba. La mariposa huyó a toda prisa. La avecita intentando erguir la postura que un año de vida llevaba encorvada se enfrentó a la ranita y el Sapo.

La avecita decidida empuño su alita derecha dispuesta a golpear a la ranita, pero esta se habia puesto unos espejuelos simulando estar ciega. La avecilla no sabía si aprovecharse de alguien que tanteaba el suelo con unas patas y con otras se ajustaba los cristales; lentamente se acerco a ayudar a la ranita. Cuando más cerca estuvo, la ranita le dió un tremendo golpe que la avento a varios centimetros cayendo en las patas del Sapo, que con voz aguardentosa, reía burlonamente.

"Pobre de tí, defendiste a la mariposa pero ¿quién te defenderá a tí?"

La avecita temblorosa miraba a los dos anfibios y cerrando los ojos imaginaba la Paloma decepcionada, arrojando su gorrito y acudiendo en su auxilio.

La rana croaba feliz y el Sapo dio el segundo golpe.


Continuará...

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