El Ave Felix II

El Ave Felix II
De: Abraham Arreola


Casi muerta se arrastraba un avecita.

La mariposa se acerco a socorrerlo y con polen cubrió sus heridas. Agradecida la avecita abrazó a la mariposa y le deseo suerte.

Casi viva se arrastraba una avecita.

Con el pasar de los metros, la avecita sentía como sus patitas recobraban fuerza y sus alas volvían a sentir.

Feliz, se acerco a un lago donde tomaba pequeños sorbos de agua. Pensativa recordaba la golpiza que una ranita y un Sapo le habian propinado. "Si fuera un León me temerían sin lugar a dudas" pensaba la avecita y miraba al cielo azul. Extendía sus alas en el suelo todavía esperando ser rescatado por una Paloma. Cerró sus ojos sin temor a la muerte.

Al abrirlos unas fauces cocodrilescas cantaban una canción:

"J'en ai vu des amants,
Ma vie
L'amour ça fout le camp..."

Los ojos del Señor Cocodrilo voltearon a ver al pajarillo que modorro se levantaba.

"Digan lo que digan: las ranas y Sapos son deliciosas" dijo riendo a carcajadas el gran reptil. Haciendo un estruendo hueco con sus fauces marcaba una tonada que hacia danzar al cocodrilo de los ojos a la cola.

El pajarillo, tambien conocida como avecilla, movió sus alas sin problemas; el cocodrilo miró alegremente al pajarillo, "a dónde vas, pequeño". Las patitas del ave sintieron flexionarse involuntariamente, pero recordo un consejo: "a fin de cuentas, un ave y un reptil son animales: ¿no son projimos entonces?". El avecita, sudando sus alas señalo con gran serenidad al cielo.

"¡Oh!" Exclamo el Cocodrilo, "hablas divinamente, me agrada, ven subete a mi espalda: aqui hay muchos peligros y puedes morir, ¡vamos!, te llevo". El pajarillo dudo pero avanzó confiadamente al lomo escamoso de su compañero y, dándole una palmadita en la pata del Cocodrilo, subió.

Todo a su alrededor se abria al paso del devorador verde. En el camino el ave y el reptil se volvieron amigos.

"No es natural que tu lo hagas, pero intentandolo podrias rugir como un Leon".

Sobre el lomo el avecilla piaba buscando un rugido.

De pronto el Cocodrilo frenó toscamente; el avecilla tomo impulso, bajó corriendo extendiendo sus alas y levantándose a gran velocidad tomo vuelo de forma increible. El rugido del Cocodrilo retumbó en aquel pequeño pantano: mientras un nuevo viento de forma agresiva se acercaba al pico del pajarillo.

Apenas la fuerte brisa toco sus alas y el pajarillo sintió el impulso correcto para subír más y más a lo alto del cielo.

A doscientos metros un avecilla que no deberia volar más que a cincuenta se encontraba buscando una Paloma Blanca.

Esperando el momento en que le contaria cómo se hizó amigo de un reptil, que es más que un anfibio.

Continuará...

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