Ejercicio - 26

Mesa. by J. Abraham Arreola H.
Mesa., a photo by J. Abraham Arreola H. on Flickr.

A que jugamos los hombres.

Yo paso.

Al derredor de un cerro, homínidos conviven, en total siete.

Un trabajo explorativo de equipo, como muchos que ya se han hecho a lo largo de cuatro años.

Una vid que esta lista para servir los mejores racimos de uva. Una abeja que ha soñado tanto tiempo con poseer a tal vid.

El hombre que mira es el octavo, es el que cuenta la historia. No desea que la uva sea un bocadillo más que vulgarmente se sirve en una charola de cristal, sino en vino, en el mejor, al que solo los labios más experimentados puedan acceder a cruzar las fronteras de la barrica y adquirir una gota de esencia pura para el paladar.

Pero la uva quiere ser vista más que su vid completa. La abeja aún no conoce que lo suyo son las flores silvestres y no naturaleza fina. Y el hombre, que frente a él tiene más uvas apetecibles para trasnformarlas en vino, la mira a ella: de buen color y gran jugo, aterciopelada, suavizada por el calor de verano y húmeda por el temporal.

Hay siete homínidos, más un octavo mira el fenómeno.

...

El de sonrisa tierna esta con el pene en erección, cruza las piernas. No hay nobleza en su nobleza ni amistad en su amistad.

Doble indentidad de aquel que se escondió más del tiempo permitido debajo de la falda de su madre.

Sus gestos, son una represión que de infante tuvo y sus actitudes son proyecciones de sus ganas de realizar lo más animal en el hombre. Coger.
 
No es hombre con los hombres, ni cordial con los cordiales. Sólo es tierno y esconde sus manos a la altura de su cintura, cual reptil prehistórico.

Sólo tiene ganas.

Cual bebé, babea. Cual hombre común, fantasea.


La paloma avanzó por el tejado una vez más, está buscando amor. Currucú.

Un arriero ambicioso, frustrado por los regaños de su patrón, está rompiendo todo lo que encuentra a su paso, quiere desahogarse. En lo alto hay una paloma.


Cual bebé, fantasea:

Soy un hombre apuesto, te lo aseguro: mira como muerdo el lápiz con mis varoniles labios; mira, mira, mi concentración a la computadora, tú no me preocupas, mírame, tú no me preocupas, mírame que yo no te veo. Escucha como converso con tu amigo, mira, tú amigo me está pidiendo consejos, debes de ver que soy muy talentoso, debes de ver en mi tu sueño hecho realidad, mira mi postura firme ahorita que me estás viendo. Ríe de mis chistes, mira, como soy el centro de atención, mírame, dame de tu atención. Mírame ahora, antes de que llegue ese, ese a quién tu le sonríes, ese enano greñudo, ese que no deja de molestarte, ese que se va contigo a su casa. Mírame ahora, es tu oportunidad, de verme hecho un hombre, mira mi pecho como sobresale de mis hombros, ni tu amigo tiene el grandioso cuerpo que tanto deseas tú, ese que tengo yo. Mira mi postura, mira: soy tu hombre, mira mi brazo que sostiene mi cabeza cómo muestra mis bíceps. Mira como les muestro a todos cómo cuido mi cuerpo, mira como soy, mira mi fuerza superior a la de tu amiga. Mira mi talento, ese que tú deseas, ese al que nunca podrás llegar porque es mío y no te lo daré, para que me desees más. Sé que me deseas aunque no te des cuenta. Sé que me adoras aunque me ignores, yo sé, que cuando te ríes con ese piensas en mí, estoy seguro de que en esa sonrisa perfecta estoy yo, entre tus dientes y tus labios, soy la palabra que no te atreves a pronunciar. Mira mi disciplina, soy un noble, soy un caballero, soy un ejemplar de hombre, no me muevo hasta que me ordenen hacerlo, soy indomable en mi gran carácter, A ese lo odio, no lo soporto verlo junto a ti, tengo más talento que él, tengo más gracia que él, tengo más ganas de amarte que él, soy mejor que él, mírame, soy mejor que él, mírame, soy mejor que él. Mirame, mirame... o te mato.

...

El observador, número ocho de este universo mira revolotear una nube e ignora a quien le frunce el ceño con un recelo milenario, milenario y aburrido.

Antes de partir, el octavo deja de grabar lo que ve.

Que es todo lo que tú, ahora lees.

FIN

Abraham Arreola

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