marea roja

marea roja by J. Abraham Arreola H.
marea roja, a photo by J. Abraham Arreola H. on Flickr.

De: Abraham Arreola

Dí mis historias, pues ya no las quise conmigo, no en mis espaldas.

Y al abandonar mis historias, me vuelvo a quedar debil, sensibe, sin poder.

No necesito comprobar nada. Pues sin historias no existe la culpa ni la gloria.

Sólo existe la libertad. La paz.

Sin mentiras u obligaciones, sin fantasias o contradicciones.

Quedátelas y úsalas como el sueño que tienes, mismo sueño que yo si he vivido.

Miro el cielo rojo sentado en aquel viejo baldío.

Sentado, esperando que esta humilde cámara captara lo que mis ojos, aún con fallas, puede llegar a ver.

Anteayer un sol rojo, redondo que como una moneda entra en la ranura de la maquina que suelta la noche. Insert Coin de un atardecer sonrojado para una noche de enamorados.

Anteayer, comencé a contar mis historias, frente aquellas nubes rojas, rosas, naranjas.

Anteyaer, allá en la punta de un cerro, gente me miraba mirando el sol, luego se percataron de su belleza.

Anteayer, volví a recordar lo triste que es ser el primero en descubrir un detalle bello para que luego este, por su cuenta, se vulgarice ante el sonrojo de las demás pretenciones.

Anteayer, miles de pretenciosos te buscaban sólo porque yo te dije que eras valiosa.

Lo que ellos buscan son mis palabras, no a quienes van dirigidas. Pues por ellas eres atractiva y famosa. Pero por ellas tambien estás herida y resentida con el mundo... mundo que me señala, cúlpandome, hoy soy villano al parecer, mañana quizá, no sé.

Anteayer el sol fue mio, pues nadie lo vió cómo yo. Pues todos se sintieron fotografos con camaras de millones de pesos.

El sol, a comparacion de tí, sabe que fui yo quien le hizo saber al mundo lo hermoso que es un atardecer rojo.

Anteayer... desde las tres de la mañana habia preparado mi camará para tomar un bello atardecer.

Pero mi cámara, aunque la manejo yo, no es mi corazón.

Anteayer te recordé, al apagar mi vulgar camara que no podía captar el tono rojo del sol...

Prefiero perder una fotografia a un buen recuerdo.

Tu sonrisa, aquellas que se escapan de tu seriedad ocasionadas por mi escazo humor. Mi cámara no es la mejor, pero mis objetivos son únicos.

Sé que piensas en mí, sé que aún esperas verme mientras evades horarios.

Sé que sabes que yo sé. Y lo que sabemos, lo hacemos con la mirada que se cruza entre tantas conversaciones. Como si por ellos estuvieramos atados a estar separados.

Dejé de ser fotografo para ser un vividor. Guardé las fotografias y active mis recuerdos.

Miré al sol rojo. Cereza luminosa que agoniza de amor, que exhala esponjosas nubes rosadas al entrar la noche.






Hay nubes que parecen algodones colorados, las hay que parecen desiertos desolados: como si fueran arena proveniente de Egipto, un detalle del viejo mundo. En Querétaro, entre cerros verdes y clima templado, he visto desiertos celestes ocultos en la parte más obvia de nuestro espectro visual.
 

No necesito de una cámara para ser testigo y consumidor del mejor atardacer de mi vida.

"..."

Y sí he de dejar la libreta por una vida a tí, pues...

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