Partes de diario 25 De: Abraham Arreola
Partes de diario 25
De: Abraham Arreola
Deje de ver televisión y me hizo daño, ahora me asusta ver a un tren venir hacia mi aunque sea sólo en una pantalla: yo no veo porque se rien, no me causa gracia… no espera… no, no me causa gracia.
Hace poco fui a ver una proyección hecha por un tocayo y por un tal Steven, que revisando la biografia de los dos… termina siendo esta película una autobiografía fantástica sobre un niño cineasta y algo gordo y como amigo a un chico de pelo lacio con lentes cuadrados: si, uno el director el otro el make up: o en la vida real, uno es el director clásico de grandes clásicos y el otro el director de acción: dos amigochos que se disfrazan en la pantalla grande.
Conversaba sobre ese aspecto y sobre otros asuntos de índole basura utilitaria; pues a mi amiga y a mi no nos servia mucho que Harry Potter haya sido grabado en tal país, al menos un ascenso no, aunque conociendo a este mundo, puede que si.
De repente un joven solitario se sentó a nuestro lado, con perfume barato y muchas palomitas con queso derretido: dos aromas claramente compatibles para el gusto de un zorrillo.
Cada vez que volteaba a ver que comercial cervecero estaba proyectando, el me miraba con sus ojos oscuros y reflejando el anuncio en sus iris con intenciones de que guardara silencio, supuse que suponía que no me agradan los olores tan exóticos: así que no dudaba en acercarse a mi y tragar montones de palomitas: cambio molestia sonora por hedor fatídico.
Afortunadamente la película empezó: y como era de suspenso: el tipo se quedo apretujado en su silla: dejo de comer palomitas, comenzó a sudar, el perfume se le fue y voilá: mi molestia termino.
Aunque me lleve uno que otro sustillo con la película, me la pase disfrutando de la proyección del cinematógrafo a la pantalla y del sujeto hedoroso hacia mí.
De: Abraham Arreola
Deje de ver televisión y me hizo daño, ahora me asusta ver a un tren venir hacia mi aunque sea sólo en una pantalla: yo no veo porque se rien, no me causa gracia… no espera… no, no me causa gracia.
Hace poco fui a ver una proyección hecha por un tocayo y por un tal Steven, que revisando la biografia de los dos… termina siendo esta película una autobiografía fantástica sobre un niño cineasta y algo gordo y como amigo a un chico de pelo lacio con lentes cuadrados: si, uno el director el otro el make up: o en la vida real, uno es el director clásico de grandes clásicos y el otro el director de acción: dos amigochos que se disfrazan en la pantalla grande.
Conversaba sobre ese aspecto y sobre otros asuntos de índole basura utilitaria; pues a mi amiga y a mi no nos servia mucho que Harry Potter haya sido grabado en tal país, al menos un ascenso no, aunque conociendo a este mundo, puede que si.
De repente un joven solitario se sentó a nuestro lado, con perfume barato y muchas palomitas con queso derretido: dos aromas claramente compatibles para el gusto de un zorrillo.
Cada vez que volteaba a ver que comercial cervecero estaba proyectando, el me miraba con sus ojos oscuros y reflejando el anuncio en sus iris con intenciones de que guardara silencio, supuse que suponía que no me agradan los olores tan exóticos: así que no dudaba en acercarse a mi y tragar montones de palomitas: cambio molestia sonora por hedor fatídico.
Afortunadamente la película empezó: y como era de suspenso: el tipo se quedo apretujado en su silla: dejo de comer palomitas, comenzó a sudar, el perfume se le fue y voilá: mi molestia termino.
Aunque me lleve uno que otro sustillo con la película, me la pase disfrutando de la proyección del cinematógrafo a la pantalla y del sujeto hedoroso hacia mí.
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