Sobre el secreto profesional De: Abraham Arreola

Sobre el secreto profesional
De: Abraham Arreola

Irónicamente, actualmente recurrimos a las frases “en estos días”, “es necesario”, “etc.”

Al hablar de secreto profesional, no nos referimos de la receta que oculta una secta periodistas para ser los mejores; si no de cómo manejar fuentes que están bajo amenaza… o tal vez no tanto.

Ambiguo es este tema. Una noticia se aborda por distintas maneras; cada periodista, cada periódico, cada medio o monopolio tiene su forma de hacer las cosas.

Ciertamente existe el artículo 7, que salva a cualquier alumno de un apuro escolar. Pero en la práctica… No sólo se pone en juego la calificación, la vida de alguien, la vida propia, el trabajo y de nuevo la vida misma.

Un periodista puede ocultar la fuente de donde obtuvo la información, eso está dicho; ya que si esta fuente oculta o protegida esta bajo amenaza, es necesario mantenerla asegurada.

Suena a broma el mencionar “que en estos casos es necesario corroborar la información que se obtiene de la fuente oculta”. Porque entonces, estos “casos” serian los únicos que verdaderamente cumplirían un papel periodístico. Siempre es necesario tener más fuentes, no sólo cuando se pone en riesgo -explícitamente- la vida de alguien.

Después de tal párrafo, un tanto de protesta y otro tanto de “atrevido” continúo… Si el deber de un periodista es corroborar la información, contrastarla, y desecharla en caso de no tener pruebas suficientes: defender “ciegamente” a una fuente “oculta” resulta absurdo.

Porque entonces: si toda la investigación se basa en “dimes y diretes” sólo porque es la única fuente que ha proporcionado dicha información, parecería más bien un trabajo basado en la pereza periodística de no buscar más fuentes que comprueben, respalden o desechen la información de tal fuente “oculta”. Y tal vez sólo exista esa fuente, porque no es más que teorías sin fundamentos -tal como quiere evitar ser esta columna- pero que en una actividad real, esta parodia de “tengo la noticia pero no te digo de donde la he sacado” es más mercantil que informativa.

En resumen o conclusión aparente. Ejemplo con la “Revista Proceso”: parece ser un "Reality Show", en donde los villanos veteranos (gobierno) se unen con los renovados (narco) para transformar a los periodistas en mártires mientras que la revista sin miedo publica “todo”, pero oculta sus fuentes para el bien de los que seguramente ya están muertos y seguramente serán fotografiados… y seguramente aparecerán en el numero siguiente. Fuera de tema: mostrar personas muertas y periodistas en trocitos: jamás hará conciencia en la sociedad, únicamente alimentara su morbo. Dentro del tema: “en estos días” el periodismo ha decaído (eso dicen, me pregunto si en México alguna vez tuvo su época de oro), tanto que “banquetear” se ha hecho un chiste local periodístico, pero que afecta a la noticia; proteger “a muerte” una fuente “oculta” es un pretexto tan "analógicamente similar" como “el perro se comió mi tarea pero si la hice”: si el niño la hizo, pedirá tiempo para hacerla de nuevo (corroborar, tener más fuentes), en caso contrario seguirá insistiendo en que le cuenten la tarea (proteger a “muerte” una fuente…) con la excusa de que ella no estaba ahí como él en ese momento.

Por si acaso: estoy en contra de proteger las fuentes, si se tienen como únicas.

El periodista es el único que sabe si dicha información es cierta o no; incluso si su vida misma está en riesgo; no encuentro lógica por publicar algo que atente contra la vida que aparénteme sea seguro: por más que el periódico respalde el testimonio del “periodista enmascarado”, nos estamos ateniendo a que el periódico “se la juega con su periodista (o información de fuentes protegidas), todo o nada”.

Y la vida no es cosa de juego.

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