Desnudistas de Oregon piden mejores condiciones de trabajo
Por JONATHAN J. COOPER
Associated Press
SALEM, Oregon, EE.UU.
(AP) -- Cualquier guía de turismo en Portland le puede contar sobre los clubes
de bailarinas desnudistas. Hay decenas de ellos, con algo para todos los gustos
y en cualquier vecindario, que operan bajo la fuerte protección a la libertad
de expresión que existe en Oregon.
Cansadas de ver a
extraños bien intencionados imponer su visión de cómo mejorar la situación de
las desnudistas, algunas de las más experimentadas de Portland han comenzado a
dialogar directamente con legisladores estatales y cabilderos profesionales.
En todo Estados Unidos
las bailarinas desnudistas han comenzado a presionar por mejores condicione de
trabajo. Algunas han presentado demandas judiciales. Otras han presentado
quejas a las autoridades normativas estatales. Un puñado se han sindicalizado,
pero la iniciativa en Oregon de trabajar directamente con la Legislatura --con
el apoyo de cabilderos-- es única.
"Lo más duro de ser
una bailarina desnudista es combatir el estigma de que somos víctimas que
necesitamos la ayuda de otros", dijo Elle Stanger, que ha estado activa en
el movimiento. "No importa si usted trabaja en la educación, en el clero,
cualquier trabajo de oficina, los trabajadores son los que saben cuál debe ser
el ambiente laboral".
Stanger ha trabajado los
cinco años que lleva de desnudista en el Lucky Devil Lounge. Está satisfecha
con la administración, dijo, y no le preocupa enfrentar represalias por hablar
en público, pero como directora adjunta de la revista Exotic Magazine, una
publicación local de la industria sexual, ha visto muchos clubes. Dice no son
tan buenos como el de ella.
"Algunos de los
edificios están dilapidados, no les dan mantenimiento", dijo Stanger.
"Hay bailarinas que pueden lesionarse con vidrios rotos en el escenario,
con los cables del equipo de sonido. Sólo queremos que estos centros de trabajo
tengan las condiciones mínimas de seguridad".
Puede haber algunas
manzanas podridas, pero la mayoría de los dueños de clubes toman en serio la
seguridad de las bailarinas y se molestan cuando las maltratan, dijo Claude
DaCorsi, operador de un club y presidente del capítulo de Oregon de la
Asociación de Clubes Ejecutivos, una asociación del sector.
"Estamos aquí para
proteger a las bailarinas y asegurarles un entorno seguro", dijo DaCorsi.
"Son la razón por la que existimos".
Las bailarinas y los
cabilderos se centran en un puñado de mejoras que les gustaría implementar.
Idealmente, quieren que
los clubes cumplan las normas de salud y seguridad laboral, como escenarios
limpios, postes bien asegurados, vigilancia adecuada en el lugar, pero es
posible que la Legislatura no le de mucha importancia a esas cosas.
Con una buena dosis de
realismo, planean presionar a favor de una norma que obligue a los clubes a
informar al público los derechos de las bailarinas y tener un número telefónico
al que puedan llamar para reportar abusos. Y quieren que a ese número
telefónico respondan personas con experiencia en el sector, no burócratas ni
policías.
Las bailarinas trabajan
por lo general como contratistas independientes, no como empleadas fijas. Y
pagan una parte del dinero que ganan a la administración del club, a los
cantineros y guardias de seguridad, a los encargados de la música y otro
personal de apoyo.
El estatus de contratista
significa que los clubes no tienen que pagar impuesto de nómina u ofrecerles
seguro médico. También significa que no pueden manejar a las bailarinas como
empleados normales.
Muchas jóvenes comienzan
a trabajar en el sector sin mucha experiencia de trabajo y las explotan, dicen
algunas desnudistas. Al no conocer sus derechos como contratistas
independientes, las bailarinas quizás no se dan cuenta cuando un administrador exige algo ilegal o
indebido, dicen. La asociación las ayuda a protegerse.
El grupo, que se reunido
una vez al mes con entre 4 y 30 bailarinas, fue creado por el capítulo de
Oregon de la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales. Con la intención de
ayudar a personas sin representación política, el grupo encargó a dos
cabilderos que investigara cómo podía ayudar.
"Los trabajadores
sociales siempre han luchado por personas que no pueden defenderse", dijo
Delmar Stone, director del capítulo de Oregon y Idaho. "Nos solidarizamos
con ellas para conseguirles protecciones básicas, que no las exploten".
Las bailarinas
advirtieron al grupo que no les exija sacar licencia o de otra manera
dificultarles su trabajo como contratistas independientes. Les gusta la
anonimidad y flexibilidad que tienen cuando las tratan debidamente como
contratistas.
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