Texto extraído de la red de filósofos más grandes del mundo: Facebook.
No
te enamores de una persona curiosa. Querrá saber quién eres, de dónde
vienes, cómo es tu familia. Mirará todas tus fotografías y leerá todos
tus poemas. Vendrá a cenar y hablar con tu madre acerca de cómo su
curiosidad le ha enseñado cosas muy útiles. Te pedirá que explotes
cuando estás enojado y que llores cuando estás herido.Te preguntará qué
significa esa ceja levantada. Querrá saber tu comida favorita, tu color
favorito, tu persona favorita. Te preguntará por qué. Va a comprar esa
que cámara te gustó, prestará atención a esa banda que amas en caso de
que haya un show cerca, te llevará ese suéter al que le sonreíste una
vez. Aprenderá a cocinar tus comidas favoritas. Los curiosos no se
conforman con el exterior, desean el interior. Ellos quieren lo que te
hace pesado, lo que te hace sentir incómodo, lo que te hace gritar de
alegría , ira, y de angustia. Su piel se convertirá en páginas en las
que aprenderás a derramar tu ser. No te enamores
de una persona curiosa. No dejará un suspiro sin explicación. Querrá
saber qué hizo exactamente, qué hizo para que la amaras. Año, mes, día,
semana “¿A qué hora fue? ¿Qué dije? ¿Qué hice? ¿Cómo te sentiste? “ No
te enamores de una persona curiosa, porque he estado allí. Desabrochará
tu camisa y leerá cada cicatriz, cada marca, cada curva. Explorará cada
una de tus extremidades, cada órgano, cada pensamiento, cada ser.
Después caminará de regreso a casa y comerá su cena y nunca regresará
tus llamadas. Tú nunca serás la expedición para toda la vida. Tu corazón
será un misterio pero no por mucho tiempo. No hay dolor como amar a un
curioso que persigue cada estrella caída y nunca la atrapa. Que viene y
ve y conquista y se va. Yo me enamoré de una persona curiosa, quizás un
día toma el tren de regreso a casa y sea lo suficiente curioso para leer
un último mensaje de mi parte tallada en un asiento. “Hay una
curiosidad en ti que te hará mover montañas algún día sin ningún
esfuerzo como me has movido por años”.
-
Isis A. Scherbatsky
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