Ejercicio - 65
Tomó la bicicleta rápidamente.
Deprisa, nadie debe saber lo ocurrido hasta que el doctor
llegue.
De izquierda a derecha, los autos ve pasar mientras con el
manubrio intenta esquivar carrocerías, retrovisores e insultos.
Las casas son líneas delgadas, anunciando su gran velocidad
al entrar a la pendiente.
Cada vez se inclina más.
¡Rápido!
Su bicicleta se bambolea a pesar de que el asfalto es suave,
pero no se detiene.
Rebasa con poca precaución los autos, ya no respeta los
semáforos, como puede revisa su reloj y quedan tan sólo diez segundos.
Baja su cabeza a la altura del volante, sus manos sueltan
los frenos, ahora sólo están para guiarlo hasta la orilla donde da vuelta
repentina la calle en picada.
Se siente más liviano, sus manos se apartan suavemente del
manubrio, ya no pedalea, sólo extiende las piernas para sentir el viento secar
aquel orín que escurría minutos antes por sus pantalones.
La valla de seguridad asegura su futuro.
Él no duda ni un segundo.
Tiempo en cámara lenta.
Fue más rápido que las balas.
Más preciso que una flecha.
Fue el héroe vespertino.
Agonizando al llegar a la calle estrecha.
Fue la sonrisa burlona que retó a la dura superficie
marítima antes de sumergirse.
De sumergirse en gloria… y morir.
FIN
Abraham Arreola
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