Ejercicio - 12
Qué sentirá ella... me pregunto.
¿Qué sentirá ella?... me preguntó.
¿Qué? ¿Sentirá ella?... me pregunto.
Cada domingo la veo. Su rostro decaido por no ver a sus hijos felices.
¿Su misión?
Ayudar en todo lo que pueda a la santa iglesia aunque esta no le agradezca ni con una pizca de sonrisa.
Sin saber lo que le hace acudir a la iglesia, la saludo cordial y converso con ella minutos breves.
Hola.
Adiós.
El sacerdote la ignora pues, cree que ella es un elemento más de su vida sacerdotal y por lo tanto, si no es tentación fémina joven, no importa.
Mientras ella, sería plenamente feliz si aquel hombre de túnica blanca le dijera: gracias por ayudar a nuestra iglesia.
Pero claro, ¿qué sacerdote lo haría?
Que yo sepa ninungo. Todos creen que deben manar por tener sacras naguas.
Y sí, aquella iglesia, esa de dónde se tomo esta foto, esta ya con paredes y bardas, cuando antes estaba con una lona y una mesita.
Todo gracias a personas como ella, que de manera anónima colaboran a mantener la iglesia en lo alto mientras su felicidad se agota en espera de que alguien de la curia le diga:
Gracias.
Abraham Arreola
¿Qué sentirá ella?... me preguntó.
¿Qué? ¿Sentirá ella?... me pregunto.
Cada domingo la veo. Su rostro decaido por no ver a sus hijos felices.
¿Su misión?
Ayudar en todo lo que pueda a la santa iglesia aunque esta no le agradezca ni con una pizca de sonrisa.
Sin saber lo que le hace acudir a la iglesia, la saludo cordial y converso con ella minutos breves.
Hola.
Adiós.
El sacerdote la ignora pues, cree que ella es un elemento más de su vida sacerdotal y por lo tanto, si no es tentación fémina joven, no importa.
Mientras ella, sería plenamente feliz si aquel hombre de túnica blanca le dijera: gracias por ayudar a nuestra iglesia.
Pero claro, ¿qué sacerdote lo haría?
Que yo sepa ninungo. Todos creen que deben manar por tener sacras naguas.
Y sí, aquella iglesia, esa de dónde se tomo esta foto, esta ya con paredes y bardas, cuando antes estaba con una lona y una mesita.
Todo gracias a personas como ella, que de manera anónima colaboran a mantener la iglesia en lo alto mientras su felicidad se agota en espera de que alguien de la curia le diga:
Gracias.
Abraham Arreola
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