Texto sin nombre 1

Texto sin nombre 1
De: Abraham Arreola

En el transcurso del día, decenas de personas atraviesan un camino que serpentea un poco, en busca de un lugar donde sentirse cómodos; las aulas, a pesar de tener asientos con almohadas, no son agradables, ni siquiera durante los primeros minutos después de haberse sentado; la cafetería, a lo lejos se mira y en la imaginación se olfatea, solo sirve para establecer comunicación con otros seres vivientes, de preferencia humanos. Pero todos buscan, por aquella inmensa universidad, un espacio privado, tranquilo y tranquilizador.
Por aquel camino, van y vienen estudiantes con ganas de entrar y esperanzas de salir, de salir temprano; a mitad del camino, surge un pequeño tramo de camino que burlonamente apunta en dirección opuesta a la salida.
Es en este camino específico, donde muchos jóvenes acuden a buscar un rato de tranquilidad; como si este lugar fuera una casa de huéspedes a mitad del desierto. Lo que nadie sabe, tal vez por idiotas o algo mejor como… idiotas, es que justo a la mitad de ese camino existe lo que tanto anhelan: un lugar privado, para dos como máximo, pacifico, frio, rodeado de arboles y rocas gigantescas. Ahí está, inmóvil, porque le faltan pies; intacto, porque así como da paz, provee de desesperación; esperando el día en que el director de la facultad tenga un plan para ocupar más espacio verde, para despedirse de aquellos que nunca valoraron ese escondite mágico; llevándose consigo, su misterio y su encanto a la eternidad.

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